jueves, 11 de diciembre de 2008

Editorial (psico)activista

Elegimos nuestra vida CON drogas.


Demasiada legislación. Demasiados ratis. Demasiado tiempo viendo a Don Graf en la televisión. Está bien las campañas de prevención, la llegada a los consumidores marginales, blá, blá, blá. Quizás con buenos incentivos desde niños, con una existencia feliz, no se vean impulsados a ir hasta la esquina y comprarse una quina. No caigan en el ciclo del pastabasero infeliz. O del cocainómano angustiado. O el -favorito de la CONACE y objeto de burla de la última campaña- marihuanero estupidizado. Demasiados estereotipos.

Quienes estamos a favor de dejar la hipocresía a la hora de hablar de ‘drogas’ preferimos abandonar las clasificaciones morales o legales, olvidarnos de si es “bueno” o “malo” consumirlas, cuando muchas otras cosas son bastante más adictivas –y dañinas- que un simple caño.

El mejor ejemplo es la televisión. Por eso, los que están por dejar de ver el consumo de psicoactivos como un problema legal o de seguridad para entenderlo como un fenómeno social que siempre se ha dado, mejor sigan cliqueando. Los que cuando ven la propaganda en la ventana trasera de su bus del Transantiago y sueltan una sonrisa irónica, los que eligieron su vida con drogas, recorran el presente blog que se cree revista y lean lo escrito aquí, que no tiene otro fin que informar para poder disfrutar de una mejor volá.

ATENTAMENTE,
la revista.-


Algo normal, como tomar café; perfil de un consumidor





Por Toti Orellana




Rodrigo tiene cincuenta y tantos. Cuando le pregunto si es adicto a la marihuana se ofende, y especifica: ‘Soy un gustoso de la hierba, que es distinto’. Casado hace diecinueve años, tiene tres hijos. Uno de 19, que estudia en una universidad privada, y dos mujeres, de 16 y 13 años. Diariamente, inicia la rutina de trabajo con unas fumadas. ‘Así es fácil, porque yo soy mi propio jefe, y sé que vola’o trabajo mejor, así que como buen jefe me exijo rendir al máximo ja,ja’. Se dedica a la serigrafía por encargo.

Me cuenta que aprendió el arte de la impresión con bastidores en el Valle del Elqui. ‘Vivimos allá hasta que el cabro tuvo seis años, y mi mujer quiso que fuera al colegio. Allá es todo más relajado. Hasta te diría que no es necesario fumar, porque la atmósfera es otra, no está la presión de la ciudad, la pega, las tarjetas, la plata’. No se cuestiona el consumo de marihuana: para él y su familia, es algo normal, como tomar café. Eso sí, ha advertido muchas veces a sus hijos que si quieren fumar, le digan y lo hagan con él. Según el Rorro, no hay nada más peligroso que la marihuana que venden en la calle. Está llena de mierda, dice. Que los vendedores le meten hasta pegamento para espesar las ganancias. ‘¿Pa’ qué van a andar comprando caca fumable si con la de mi taller basta y sobra? Natural, sin hueones raros de por medio, prefiero yo darles un pito y que lo fumen seguros conmigo a que anden fumando paraguaya en alguna plaza pa’ que los asalten o se los lleven los ratis’. Eso nos lleva a otro tema: la prohibición de la marihuana.

Según él, nunca ha tenido problemas con el PDI porque sabe ‘hacerla piola’. A pesar de que las plantas ya van por el metro y algo y son bastante frondosas –‘es que las cuido, a las niñas’- ha sabido cuidarse para no tener problemas por su cultivo personal. ‘Te creo que me molestaran si yo anduviera vendiéndole caca a los cabros chicos, pero esto no se vende, esto es mío, igual que esas plantas de ruda que veís allá. Además es puro cinismo, te lo digo yo. Yo por beca estudié en el San Ignacio del Bosque y cuicos y todo los hueones eran muy vola’os.

Hoy día están de jefes pero te aseguro que de vez en cuando tiran una canita al aire. Lo sé porque me vienen a pechar a mí, ja,ja’. De todas maneras, el Rorro no se hace dramas con fumar, o la sanción moral que eso involucra: ‘Mi cuñada fuma cigarros como enferma y de toa’s maneras anda histérica. ¿Por qué yo no voy a poder fumarme unos pititos pa’ andar relaja’o?’. Simple.

Los estudiosos no se ponen de acuerdo






Por JuanPablo Cáceres



Estudios sobre la incidencia del consumo de la marihuana en las personas, hay muchos; y cuando digo muchos, es porque de verdad son muchos. Y muy variados. Es un tema que, pareciera, a muchos estudiosos les gusta abordar. Pero resulta que, al final, ya no sabemos a cuál creer y a cuál no. Antes de que te ilusiones, te advierto que a Atentamente nos es imposible probar la veracidad de cada uno. Mas, como dicen, el lector es siempre el mejor juez, así que ahora te presentamos un contraste de dos estudios que andan dispersos por la Internet y que, a pesar de ser científicos, son totalmente contradictorios el uno del otro. Tú tienes la última palabra.

Un estudio


De la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides (SEIC), del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Nos advierte que, luego de experimentar en roedores, primates y humanos, comprobaron que la marihuana reacciona directamente sobre el hipocampo, perjudicando los procesos cognitivos. El hipocampo es una región cerebral que contiene una alta densidad de receptores cannabinoides CB1 y que, por tanto, perjudica de forma aguda la memoria a corto plazo y produce también déficit en el almacenamiento de memoria a largo plazo. “El patrón de estas alteraciones de memoria, causados por la marihuana, es similar al observado en pacientes con síndrome de Korsakoff y Alzheimer. En tanto, estudios con cultivos celulares (células in vitro) han demostrado que el delta-9-tetrahidrocanabinol causa muerte neuronal”, señala el estudio. Los efectos acusados en la investigación son: síndrome amotivacional - reducción de memoria, concentración y habilidades mentales - aumento del gasto cardíaco, con taquicardias sinusales – broncodilatación - alteraciones en la producción de hormonas - y reacciones y trastornos psiquiátricos, tales como psicosis.


Otro estudio

Por su parte, el estudio de la Universidad de Saskatchewan, Canadá, publicado en el Journal of Clinical Investigación, asegura que “la cannabis es la única droga ilícita que puede estimular la neurogénesis adulta en el hipocampo después de una administración crónica”. Luego de experimentar en ratas y humanos, la droga provocó un regeneramiento de las neuronas en el hipocampo, un área del cerebro que controla el humor y las emociones y que está asociada al aprendizaje y la memoria. Aseguran los estudiosos encargados, que la marihuana estimula el crecimiento del nervio en el hipocampo, tal como lo hace la droga antidepresiva Prozac.

De este modo, la cannabis se distancia de drogas tales como el alcohol, la heroína, la cocaína y la nicotina que si destruyen las células nerviosas en el hipocampo, según afirman los científicos.


DETOX (testimonio)




Por Andrea M. Guerrero



(He's like a rainbow)

Me indica en qué estación esperarlo. No es la primera vez que nos vemos. Llega al rato, nos saludamos como siempre: corro a abrazarlo.
“Tengo que hacerte algunas preguntas”, le explico; y me dice “Lo que quieras, linda”. Le encanta decirme “linda”, y a mí me encanta que lo haga.

Empezamos a hablar como siempre: de todo al mismo tiempo. Vamos de un tema a otro como quién se cambia de posición en la micro, y llegamos al tema que nos convocó ese día.

- ¿Te pongo un nombre falso?
- ¡Dale!. Daniel, ponme Daniel

Empezamos hablando de su depresión y como se relacionó con las drogas (en este caso la marihuana): “Hay que cachar bien en que volá andai fumando, si ‘tai achacao no es bueno fumar, porque te podí ir en terrible volá; un mal viaje como se dice”.

Daniel estuvo en rehabilitación hace algunos meses. Atrapado en una depresión comenzó a fumar cada vez más marihuana, mientras su auto-control era cada vez menor. “Fumé más porque tenía depresión, y porque tenía depresión fumaba más. Fue un círculo atroz. Pero salí de eso teniendo un periodo de detox, como se le llama; onda, apreciando en qué estaba realmente, y de ahí cuando volví a fumar no hubo problema”.

La droga y (su) depresión

Decimos lo mismo al mismo tiempo “es una decisión personal”. Nos reímos y sentencia: “así como algunos salen a correr, como otros salen a comprar desenfrenadamente, otros escuchan música o van a un spá, hay otros que se fuman un pito pa’ relajarse. Sin duda es menos sano, físicamente hablando quizás, pero uno sabe. Lo decide”.
El problema puede radicar cuando la volá se hace como forma de escape, como salida a los problemas. Se lo pregunto.

- Si, en su momento fue salida
- ¿ Y cómo controlas que no pase eso, o que no te pase de nuevo?
- No es que me auto-controle, si no que la regulación llega sola, es un proceso por el que uno pasa. La droga per sé no es mala, hueón, sino que relacionalmente a tu estado de animo es que se puede calificar. Todo va en que para dejarse fluir hay que saber estar primero, entonces no es solo fumar si 'tai con depresión, si no que saber cuánto y dónde fumar.

Estamos por llegar a su casa. Apago la grabadora que le causó tanta gracia cuando la prendí. Nos quedamos callados por un buen rato, caminando. Lo miro, me mira y digo: “¿Tocaste fondo?” nos seguimos mirando por unos segundos, y reventamos de risa: “la pregunta mea culpa, hueón; jajaja. No”.



Hágalo usted mismo: Rehabilítese




Por Pepa Ortega





Amy Winehouse lo dice en su canción Rehab, en la televisión lo muestran como la única esperanza para seguir adelante y las diferentes iglesias (católica, evangélica, del séptimo día, mormones, testigos de jehová y todas las que faltan por crearse) lo muestran como tu única forma de tener una vida.
La rehabilitación es una palabra muy usada en nuestra sociedad, en especial cuando se trata de drogas, pero de efectividad sólo unos pocos pueden hablar.

Cómo nos estamos acostumbrando a los Farkas y Nazares, como buena población materialista, todo lo vemos en dinero y la medicina no se ha quedado fuera. Las clínicas especializadas en rehabilitación se han reproducido acelerada y constantemente, en contraste al precario sistema público de salud.

Claro que acceder a estas clínicas, es sólo para los que cuenten con una abultada cuenta corriente. He aquí la pregunta crucial, ¿qué pasa con más del 80% de la población que no tiene el dinero suficiente para pagar esto? La respuesta es simple, siguen donde mismo o se rehabilitan solos.

Son pocos, y unos de esos pocos me contó su historia. Su nombre es Boris y su apellido lo omito, a petición de él, tiene 47 años y una linda familia conformada por su esposa y 2 hijas. Vive en Santiago y es alguien tan normal como tú o como yo, no tiene una capa de superhéroe, ni es una persona importante por haber dejado las drogas sin ninguna ayuda médica.

Conversamos largo y tendido sobre la vida, la teletón y el clima, hasta llegar a su autorehabilitación. En ese momento me dijo: “entonces, a lo que vinimos jajaja. Mira yo soy la prueba viviente de que uno puede dejar esto sólo, no necesité de la ayuda de psicólogos ni especialistas en nada. Yo consumía cocaína y llegué a un punto donde mi esposa me tenía entre la espada y la pared, las cuentas y la angustia eran cada día más y la plata y la paciencia de mi mujer cada vez menos. Fue ahí cuando me dije, esta hueá no me la va a ganar. Y esa es mi simple historia, eso fue todo, dije nunca más y así fue. Sin duda fue difícil y doloroso física y sicológicamente, pero siempre va más en la mente que en el cuerpo. Si de alguna forma se parece a controlar el impulso de comprar; uno siempre puede decir NO MÁS. Pensando en mi señora, en mi hijos y sobretodo en mi, lo logré."

Muchos pensaran que es uno de los miles que están en las mismas, pero si el la pudo hacer, ¿por qué no voy a poder yo? Esto demuestra una vez más que la decisión de dejar las drogas está en tus manos y no en la de campañas publicitarias absurdas del gobierno, ni en las lindas clínicas para billeteras abultadas.


They tried to make me go to rehab but I said 'no, no, no'

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Sácate una cinta





Por Toti Orellana y Andrea M. Guerrero






Más allá de Trainspotting, Réquiem por un Sueño y Pánico y Locura en Las Vegas existe toda una gama de películas que son un buen acompañamiento para un buen estado de voladez. Son las que en EE.UU. llaman stoned movies. Pasan desde clásicos de la comedia a documentales de dudoso presupuesto como SuperHigh Me, parodia al documental Superzise Me!, que presentaba un experimento de alimentación a base de comida chatarra. SuperHigh Me es lo mismo, pero con un tipo fumando marihuana por treinta días. Los resultados son sorprendentes. Pero en cuanto a películas que ayudan a amenizar la tarde cuando estás bajo los efectos de algo, hay mucha variedad.

Si los gustos van por los balazos, la violencia y la acción, nada mejor que Apocalipsis Now. Dirigida por Francis Ford Coppola en 1979, y poseyendo una versión remasterizada y con escenas inéditas lanzada hace poco tiempo, narra la historia de un ex boina verde que se subleva en Vietnam, y el hombre que debe adentrarse en la selva para matarlo. Tiene escenas para el recuerdo. La más conocida es aquella en que el Capitán Willard (Martin Sheen) mira el ventilador del techo y súbitamente se suma al bombardeo con NAPALM sobrevolando la selva, todo bajo el sonido de The End de los Doors.

Para los que son padres o lo han sido recientemente, un buen consuelo a las hazañas de los pequeños demonios es ver La Piel Dura de Francois Truffaut, un film que mezclando comedia, experimentación y drama se centra en la vida del pequeño Julien y sus compañeros de colegio en la ciudad francesa de Thiers, todo en el verano de 1976. Siguiendo en el ámbito infantil, nunca es malo darle una nueva lectura con las pupilas dilatadas a clásicos como La Sirenita, Timón y Pumba dando vueltas por el mundo, o incluso la más clásica de las clásicas de Disney: Fantasía.

Snatch: cerdos y diamantes te va a tener entretenido, con ritmo rápido y efectos visuales graciosos. Hasta puede que Brad Pitt haciendo de gitano te salte una risa. Pero para estar bien, bien pegado a la pantalla son películas como El Club de la Pelea, Scarface o cualquiera de suspenso u horror que sea algo creíble. Dentro de las rarezas de nuestro continente está la cubana Alicia en el pueblo de las maravillas (1990), película no muy conocida pero que hace del sinsentido su razón de ser. Está grabada en calidad dudosa, pero las aventuras de la joven instructora de teatro Alicia en un pueblo de desquiciados bien valen la pena como compañía de un porro. También está la película de Fernando Birri Un señor muy viejo con unas alas enormes (1988), coproducción entre Italia, España y Cuba. Pese a que no tiene muy buena resolución, es una adaptación tan freak del cuento homónimo de Gabriel García Márquez que generalmente capta totalmente la atención del espectador, más aún si está estupefacientado.

Si saltamos de ficción a realidad hay un ítem inevitable como complemento para aquellos momentos amenos: los DVDs de bandas. Estreno reciente es Heima, registro en máxima calidad sonora y visual del último tour de la banda Sigur Rós por su país natal, Islandia.
Se pueden ver los hermosos paisajes islandeses, la calidez de su público y la buena experiencia que es siempre escuchar a SR. El británico Grant Gee también tiene buena oferta: dos films suyos que vale la pena ver cuando estás bajo alguna sustancia son Meeting people is easy, registro de la gira de Radiohead promocionando el disco OK Computer, y su último documental, titulado –al igual que la banda- Joy Division, que intenta revivir la corta e intensa vida de la mítica banda inglesa. En esa misma dirección va Control, de Anton Corbijn, película biográfica sobre la polémica vida del vocalista de Joy Division, Ian Curtis, que cuenta con banda sonora de New Order. Para los que gustan de verdaderas rarezas, está disponible en Internet el video de la primera banda psychobilly, The Cramps, tocando en vivo en el Napa State Hospital, un manicomnio estadounidense.

Más relajantes son los DVD’s de Lee ‘Scratch’ Perry, leyenda jamaiquina –siempre opacado por la fama de Marley en EEUU- del reggae, dancehall y rocksteady. Dentro de los más recomendables del Scratch están el DVD Lee Scratch Perry - Live In San Francisco With Mad Profesor y The Ultimate Alien, film editado en el año 2006 que recopila sus clásicos en los mejores conciertos. Siguiendo en la línea del reggae, la cantante jamaiquina Doreen Schaffer, que ya va por los sesenta años, tiene una de las canciones más relajantes: I’m still in love, que hace pocos años reeditara Sean Paul, lanzándolo a la fama. Schaffer puede ser escuchada en vivo con la voz intacta, como si fuera 1950 en Trenchtown, en las diversas grabaciones de sus conciertos con los legendarios Skatalites. Uno de sus últimos discos en vivo –y en conjunto- es The Skatalites In Orbit Vol.1 - Live Argentina (2005), concierto que fue uno de los más aplaudidos del año por la crítica trasandina. Otros temas para escuchar en amortiguación mental: Ce que je suis, de Holden, I wish it would rain de The Techniques, Chillin de Tego Calderón, Vicios y virtudes y La ciudad nunca duerme de Violadores del Verso, Deceptacon de Le Tigre, Hachís y Altero mi cuerpo de los españoles de EUKZ, Vicio de Reincidentes y, por último, El pibe tuerca de Los Pibes Chorros.

Drogas y competencia






Por JuanPablo Cáceres





El primer escándalo por el uso de drogas en la alta competencia deportiva, explotó el año 1904 en el marco de la tercera olimpiada, cuando Thomas Hicks, atleta ingles, ganó la maratón después de recibir una inyección de estricnina (estimulante nervioso) en mitad de la carrera. Luego de que se hiciera público el uso de estas sustancias, la Federación Internacional de Atletas Amateurs presentó la primera prohibición oficial de “sustancias estimulantes” en 1928.

Hoy, con la prohibición vivita y coleando, se ha masificado hasta lo inesperado el uso de drogas “deportivas” e incluso se siguen conociendo año tras año casos en los distintos encuentros y olimpiadas. ¿Quieres saber cuáles son y qué hacen los estimulantes más usados en el mundo del deporte? ¿No? Bueno, acá están igual.

Andrógenos (esteroides):

Actualmente, se considera que en Estados Unidos hay más de tres millones de usuarios de esteroides anabólicos androgénicos (AAS). Básicamente, lo que hacen estos derivados sintéticos de la testosterona, es que al complementarse con ejercicios o actividad física ejercen varias acciones anabólicas simultáneas y complementarias, logrando mayores resultados en menor tiempo. Los andrógenos, además, aumentan el deseo sexual. Pero afírmate: presenta efectos secundarios subjetivos tales como acne, ginecomastia, estrías y atrofia testicular.

Efedrina:

Luego de atravesar la pared intestinal, el hígado y llegar a la circulación sistémica es rápidamente extendido por el sistema circulatorio logrando su efecto entre 1 y 3 horas. Esta sustancia funciona de la misma manera que la adrenalina: vigoriza y repone. Algunos efectos secundarios pueden ser: arritmias, hipertensión arterial, taquicardia, nerviosismo e insomnio e incluso, si se te pasa la mano, la muerte por intoxicación.

Salbutamol:

El salbutamol es un adrenérgico más comúnmente encontrado como inhalador (a pesar de que no es la manera más eficiente para actividad deportiva). Mejora el ejercicio con un realce de la contribución total para la producción de energía de metabolismos aeróbicos y anaeróbicos.

Yohimbina:

Un alcaloide que se extrae de la corteza interna del árbol Yohimbe. Es más conocida como un potente afrodisíaco. Lo que hace la yohimbina es bloquear los receptores beta –que causan la degradación directa de las grasas-, incrementando la liberación de noradrenalina y promoviendo la lipólisis.

Clenbuterol:

Tras administrarlo oralmente, los efectos se alcanzan en dos o tres horas. El clenbuterol produce y activa enzimas que inducen la oxidación de las grasas, previniendo el depósito de grasa y haciendo que esta tenga una mejor respuesta a la hormona sensible a la lipasa. Se le atribuyen, además, efectos anabólicos.

Así no se hace CONACE




Por Andrea M. Guerrero





Marihuaneros unidos, levantando sus pausadas voces y sus lánguidos puños, se manifestaron el jueves veinte de noviembre en el frontis de la Casa Central de la Universidad de Chile. Aseguran no ser tontos, como de alguna forma lo afirma la nueva campaña del Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes, CONACE.

La campaña titulada “Vuelve a ser inteligente”, muestra en distintas situaciones a jóvenes que supuestamente fuman marihuana frecuentemente, en escenarios que son bastante cotidianos y simples, como por ejemplo hacer hielo. Se muestra a los jóvenes incapaces de llevar a cabo de realizar estas actividades, los muestran como estúpidos, como seres que han perdido el sentido común.
Obviamente una ofensa como ésta enojaría a cualquier persona, esté o no bajo los efectos de algún alucinógeno.

El problema de la campaña radica, en que no se ataca directamente a la marihuana, ni a sus efectos, sino que ataca de lleno a los consumidores de esta droga. Consumidores que están en pleno derecho de elegir utilizarla o no.

Las opiniones sobre la nueva campaña son variadas, pero no hay duda que la gran mayoría de las personas involucradas con el tema (trabajadores audiovisuales, sociólogos, consumidores, entre otros) piensan que no cumple su objetivo.

Por diversas razones. Una de ellas es el enfoque que le dieron a la campaña, que atacando al consumidor y no a la droga en sí, lograron que se formara una especie de trinchera marihuanera, y que los consumidores organizaran para protestar tomando una posición a la defensiva (como sucedió en la Casa Central de la Chile).

Otra razón que supone el fracaso de la nueva propaganda anti-droga, es el carácter cómico que le dieron a los diversos videos. No muestran el consumo como algo malo (que es la premisa que debería defender el CONACE), sino como algo simplemente chistoso. Extralimitando este punto, podríamos decir que “incita a fumar”, mostrando la “volá” como algo muy simpático que simplemente te impide hacer hielo rápidamente o abrocharse los zapatos con agilidad.


No hay duda que la campaña es muy suave. Como Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes deberían haber hecho algo mucho más directo, más fuerte. No haber perdido el tiempo atacando a los consumidores que por más campaña que hagan no dejarán de fumar. Deberían enfocarse en fomentar la prevención, respetando siempre a la persona que decide fumar.
CONACE venía haciendo bien su pega, enfocando sus campañas (televisivas y no) al fortalecimiento de la autoestima, del cariño y apoyo familiar, dirigido a potenciar los "factores protectores" para prevenir el consumo de drogas; y ahora nos sale con ataques personales gratuitos. Así no se hace.


(No estaría de más, cabras y cabros, revisar el siguiente video. No traten de explicarse la voz)

Marihuana y salud: una combinación inesperada y sospechosa




Por Pepa Ortega




Desde un tiempo a esta parte, la marihuana medicinal, ha sonado como un nuevo método para tratar diferentes tipos de enfermedades, ¿qué me dicen de eso?


El mito de que la marihuana sólo trae efectos negativos en el organismo y que te hace estúpido, según el comercial del Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (Conace), está siendo derrocado por varias instituciones científicas europeas y otras partes del mundo.

Los importantes avances tecnológicos en la medicina, han logrado aprovechar diferentes compuestos de la cannabis sativa, que antes no eran pensados como productos beneficiosos para la salud.

Estudios realizados en Austria, España, Inglaterra, Holanda y en otros países de Europa, dan cuenta de que ciertos componentes de la marihuana son de real beneficio para el tratamiento del cáncer, el parkinson e incluso la obesidad.

La marihuana contiene alrededor de 60 componentes psicoactivos (cannabinoides), pero es principalmente el tetrahidrocannabinol 9 (THC 9) el usado en productos médicos.

En nuestro chilito también hay opiniones respecto a esto, el psiquiatra y jefe de Tratamiento, Rehabilitación y Salud del Conace Mariano Montenegro, dice: “la cannabis terapéutica tiene forma de tableta o infusión, pero no de cigarrillo. Lamentablemente en nuestro país, los pacientes que han recibido un tratamiento como este, lo han hecho fumando marihuana y no consumiendo las tabletas y el efecto de estas es muy distinto al que produce fumar un cigarro de marihuana, ya que por la vía inhalatoria se absorbe eficazmente, pero en el proceso de combustión se destruye el 80 por ciento de los principios activos".

Los primeros estudios se basaron principalmente en el cáncer, más específicamente en la quimioterapia y sus efectos secundarios. La idea era apalear los molestos síntomas que produce la quimio, mediante el efecto “relajador” de la marihuana. Pero no sólo el cáncer se benefició de esta nueva medicina.


Los togordis* también recibieron lo suyo
*gorditos

En Inglaterra la compañía farmacéutica GW Pharmaceuticals Plc, está en pleno desarrollo de un fármaco contra la obesidad.

Resulta muy contradictorio, ya que muchos saben que los bajones después de haber consumido marihuana, son casi atracones de comida. Pero uno de todos esos cannaboides que contiene esta, nunca bien ponderada, planta, quiten esas ganas incontrolables de comer y así lucir cuerpos esculturales, en esta sociedad que nos compra según lo que somos.

Y es así como toda esa historia de que la marihuana es mala, que es un pecado botánico creado por Dios, no es tan así. Podemos fiarnos de los estudios científicos y pensar que quizás algún día sea posible comprar tu dosis en la farmacia y no correr el riesgo de ser visto por algún rati misterioso.

La vida está drogada: el perfil de un vendedor de sueños.






Por JuanPablo Cáceres






El Boroko es un universitario más de los tantos que andan dando vuelta por las calles de Santiago. Estudia el tercer año de Química en la UTEM de Macul con Grecia y llega todos los días tempranito en su bicicleta. Tiene 21 años, vive en Peñalolén y ‘le hace’ a las drogas: las consume y comercializa. Él es lo que más comúnmente es llamado un ‘dealer’.

“Ya, pero sin dar el nombre”, es la primera condición que surge al aceptar las preguntas de este estudiante de Periodismo. “Mejor dime Boroko y nos ahorramos problemas”, concluye, al momento que prende su celular y hace sonar la canción Riders on the Storm de los Doors. Tiene que hacerla piola.

No se altera a la hora de hablar de drogas, no hay por qué: “Vendo paraguas acá en la U, con eso pago mi carrera y me hago mis moneas; la gente podrá decirme delincuente, drogadicto o lo que sea, puros estereotipos. Es que la gente no se da cuenta, si están atrapaos con la peor droga de todas: la tele”.

Es común ver al Boroko rondando los pastos de Juan Gómez Millas. A pesar de que estudia en la universidad de al lado, pasa la mayor parte del día en ese campus de la Universidad de Chile: en él están sus amigos, ahí hace deporte y gracias a sus estudiantes logra mantenerse y pagar su carrera.

“Vendo en la Chile pa’ no arriesgarme con mi carrera. Como es algo ilegal, si me cachan, me echan y ahí si que cago. Además que tengo varios amigos acá que me han ayudado a hacer las manos”.

Vender drogas no es un trabajo común. El Boroko lo hace desde el 2007, cuando producto de que echaron a su vieja del trabajo tuvo que conseguir plata de una manera rápida. Luego de más de un año vendiendo en la U, ya conoce a varios de sus “clientes” e incluso se ha amistado con varios de ellos. “Son cabros normales. Si un periodista de los vendios me entrevistara, estoy seguro de que me preguntaría por un “perfil” de los compradores. La gente cree que quienes consumen drogas son bichos raros, angustiados. Pero resulta que la gente más despierta es la que fuma marihuana”.

Con los ojos hinchados y la mirada perdida, el Boroko sigue dando su testimonio. Nació de una cuna humilde en Puente Alto y desde entonces que se ha sentido desilusionado por la ‘configuración’ que le han dado a la vida. En su grande mochila naranja guarda los estimulantes y los reparte a mil pesos. “No es que yo arrastre a la gente a la droga como muchos creen, no es que lleguen hueones a preguntarme como prender un pito o a pedirme consejos sobre como llevar sus vidas; yo trabajo con la realidad, y en la realidad hay gente que, sea por lo que sea, quiere consumir drogas”.

Quiere terminar pronto su carrera para acabar con su negocio temporal y dedicarse de pleno en lo que será su profesión. ¿Hijos, familia, estabilidad? “no preguntís hueás”.

Le carga irse en la profunda. No le encuentra demasiado sentido a las discusiones filosóficas que la droga incita en algunos de sus amigos y que siempre terminan en desencanto. Se ríe del Conace, de los viejos fachos, de los estudiantes que no ven más allá de sus propias rutinas y de quienes lo miran feo cuando se dan cuenta de lo que se dedica; en realidad, a estas alturas, ya se ríe de todo.

Seguimos conversando y lo que suena ahora del celular es “Y si no fuera” de Chico Trujillo. Se han acercado un par de personas que, con mucha simpatía, han intercambiado su dinero por un par de risas indiferentes. “Igual hay que andar con cuidado a la hora de vender. Los guardias andan siempre sapeando y al final hasta a los pacos podrían llamar si me cachan”.

Legal, ilegal: le da lo mismo. No pierde tiempo con la retórica de una sociedad materialista. “Si al final, yo soy como tú. No le pongai que soy un drogo ni na’, que la gente es hueona. Vendo marihuana que es ilegal, ya; los gobiernos venden sueños, las tiendas venden imagen y la universidad conocimiento. Ya da lo mismo”.

Unofenilpropandosamina: La euforia en polvo





Por Toti Orellana



Cuando la hormona de la adrenalina surte efecto en los muchos receptores nerviosos que hay en el cuerpo, algo cambia. El cerebro expele dopamina, simpática sustancia responsable de la sensación de bienestar. Los vasos sanguíneos se contraen, generando tensión, aumentando tu concentración. Todo eso es capaz de generar la adrenalina. Pero todo junto, eso sólo pasa cuando su producción se acelera a tales niveles que la euforia es una constante.

En 1887, el alemán Edeleano la sintetizó a partir de la efedrina, una amina simpáticomimética –es decir, de efectos directos al sistema nervioso- y la nombró fenilisopropilamina. Pasarían años antes de que se la nombrara entre los psicotrópicos: recién en 1971 se encendieron las alertas y a partir de 1983 su venta empezó a ser regulada en farmacias. Antes de eso, fue usada como alternativa para el asma y para niños hiperkinéticos. Cuento aparte es su uso para mantener despiertos, activos, eufóricos y concentrados a los soldados aliados en la II Guerra Mundial, especialmente en los desembarcos.

Aunque su uso no es muy expandido, vivió su belle epoque en la España noventera. Las fiestas rave y toda la movida en Barcelona se zamparon las existencias en la península ibérica, ya que la cocaína escaseaba con la guerra declarada contra los carteles colombianos. Acá en Chile es otra cosa.

Hasta hace unos años, conseguir anfetamina era bastante difícil en Santiago, y aún más en otras ciudades, con la obvia excepción de Iquique, punto de encuentro de compradores en diversos niveles de angustia y dependencia. Las verdeamarelhas se movían principalmente en el sector oriente, sobre todo en las discoteques de la Plaza San Enrique, y la única variedad disponible era la clásica pastilla, tragable o inhalable. Nada de cristal de metanfetamina para quemar o ampollas inyectables. Con las primeras fiestas electrónicas empezó su lenta –y aún no lograda- masificación. A paso de tortuga, la anfetamina empezaba a cautivar más mentes. Al ser rápida y eficaz, son pocos los que desarrollan resistencia a la primera probada y no sienten sus efectos. Hay que tener cuidado, porque la deshidratación te puede jugar en contra, sobretodo cuando en medio de la euforia da por bailar y cuando despiertas descubres que te fuiste en una pálida de renombre. Pero aún así, su boom mediático lo vivió el 2005. Fue en ese año cuando se la incluyó, por primera vez, en un folleto del Conace.

Corría Octubre del 2005 y se ponían en venta las entradas para el festival electrónico Creamfields 05’. La cartelera: The Prodigy y Paul Oakenfold. Habría sido destacada en las noticias como un concierto más, sino fuera porque las Investigaciones de siempre organizaron una redada a unos cuantos dealers de anfetamina que esperaban hacer su América en ese concierto. Resultado: el primer decomiso mediático de anfetaminas en Chile. Luego, a fines de año, un reportaje de TVN mostraba dos adictos: el marginal pastabasero que todos conocemos y un joven ABC1 adicto a la anfetamina.

Se puede decir que es, efectivamente, 2005 el año en que la anfetamina empezó a democratizar su consumo, ya que bajó de Av. Manquehue para instaurarse en algunos locales de Av. Suecia, Manuel Montt y las incipientes fiestas en el Centro Arte Alameda o Arte Matta. Ahora hay, incluso, algunos –nada pavos- que la usan para concentrarse más a la hora del examen final.

Hoy ya es pan de cada día. Atrás quedaron los míseros días en que había que recorrer un entramado enorme de llamados telefónicos para conseguir dos inocentes pastillas. Se ha avanzado en distribución, y ya es extremadamente fácil conseguir derivados como el cristal de metanfetamina, conocido en EE.UU. como crystalmeth, muy “sahumerizable”, éxtasis, o las ya mencionadas ampollas inyectables, que lógicamente al ser a la vena rinden bastante más frutos. Pero esta masificación no trae sólo cosas buenas. Al hacerse tan popular, los policías narcóticos ya saben distinguir entre una anfetamina y un ibuprofeno. Y el mayor problema: a mayor cantidad, menor calidad, sobretodo cuando se habla de anfetaminas y derivados. Según datos de la DEA (el CONACE gringo pero con más poderes) durante muchas décadas el epicentro de la producción anfetamínica estuvo en Europa.

Pero con la popularización del estimulante vino el inicio de su producción en Asia y el principio de la larga cadena de intermediarios que existen entre Corea del Sur, Indonesia, China y tu dealer más cercano. Los niveles de pureza descienden en todos los análisis, exceptuando el nivel del cristal de metanfetamina, que con su proceso de lavado –inicio de la producción del crystalmeth- rinde bastante más y deja bastante más loco. En otros países se compara al vidriecito aquel con el crack, es decir, la cocaína más dura o como se diría acá, “la pasta de los gringos”.

Es más: la mayoría de las ventas de anfetaminas corresponden en verdad a sibutramina, un anorexígeno –inhibidor del apetito- que interactuando con alcohol tiene efectos similares, aunque muy menores, a los de la anfetamina. Por eso, cuidado: no todo lo que es verde es cogollo, ni todo lo que venden es anfeta.

Ficha Técnica

Nombre: Anfetamina, fenilisopropilamina, 1-fenilpropan-2-amina, anfeta.

Clasificación Farmacológica: Psicoestimulante del sistema nervioso central y anorexígeno.

Efectos Inmediatos más comunes: Euforia, verborrea, alerta constante, dilatación de las pupilas, sensación de relajo y autoestima aumentada, contracción de la mandíbula, aumento de la temperatura corporal y la tensión arterial. Sequedad de boca y exceso de sudoración.

Personajes contraindicados: todo aquel que sufra alteraciones de la personalidad, depresión, psicopatías o estados de alteración previos al ingerir. Embarazadas e hipertensos absteneos. Gente con tendencia a la violencia también.

Recomendaciones y datos útiles: Si vas a echarte una, ten líquido a mano. No es bueno mezclarla con marihuana o relajantes ya que no se potencian. Tampoco con cocaína: juntas pueden provocar taquicardia o incluso paros cardíacos. Si la vas a mezclar con alcohol, que sea uno suave y de proceso metabólico rápido, como la cerveza. Si empiezas a sentir que te vas en pálida, toma asiento y bebe líquido, ojala isotónico (los para deportistas) La mejor solución a una pálida de anfeta es el 131: a m b u l a n c i a, ya que la sobredosis puede ser mortal. Su vida plasmática –es decir, el tiempo que queda su rastro en tu sangre- es de 5 a 31 horas, así que atentos con los exámenes. Si te vas a echar una, avísale a alguien.

Drogas, más drogas & Rock and Roll




Por Andrea M. Guerrero




A las drogas les debemos mucho más que un buen puñado de mártires musicales. Sin duda sin la heroína, la cocaína, el LSD, la marihuana o el alcohol, no disfrutaríamos de las creaciones de buena parte de la música de calidad de los años sesenta en adelante.
Más allá de criticar muertes tan decadentes como las de Jim Morrison, ahogado borracho con su propio vómito; o Janis Joplin aplicándose su último chute de heroína pura para luego morir sin terminar su último disco, editado póstumamente; o a Elvis encontrado muerto por una sobredosis de anfetaminas y barbitúricos, por sólo nombrar algunas muertes desenfrenadas.

Pero más allá de lo reprochable que puede resultar el consumo de drogas (bajo la moral oficial), no podemos negar el gran aporte que le hicieron a la música.

Las enajenadas notas que Jimmy Hendrix logró sacarle a su guitarra difícilmente podría haberlas logrado sin estar en un estado superior, sin quitarle mérito a su talento, es sin duda bajo el efecto de las drogas que logra componer o pararse en un escenario e improvisar de manera tan magistral.

Janis Joplin tampoco habría logrado tal mística en sus canciones, The Pink Floyd no habría logrado esa estética y esos discos. Y los veteranos Rolling Stones, actualmente rehabilitados de el cóctel de drogas que se servían, y declarando que “las drogas no producen satisfacción”, no habrían engendrado temas como “She’s like a Rainbow”: tema sublime y volátil. O los temas de The Sex Pistols, no habrían alcanzado la majestuosidad punk que fueron, sin el "amor, caos y drogas" de por medio.

L
ucy in the Sky with Diamonds (LSD)


The Beatles en su etapa más high lograron sus mejores discos: Revolver en el 66 y Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band el siguiente año. Ambos discos fueron aclamados por la crítica de la época, y lo son hasta el día de hoy: en la revista Rolling Stones aparece como cabeza entre los “Mejores Discos” el año 2003.

Ambos trabajos, clasificados en la era más sicodélica de los Beatles, cuentan con obras hechas bajo los efectos de la droga, de manera directa o indirecta. Será el mismo Ringo Star quién confiese que Yellow Submarine no es más que una visión que él mismo tuvo durante un viaje de LSD, así como McCartney confesará que la canción Got To Get You Into My Life, por años pensada como una canción de amor, es una oda a la marihuana. O la mítica canción Lucy in the Sky with Diamonds, a la que se le adjudica la sigla LSD, o Doctor Robert de la cual los rumores dicen que sería dedicada al dentista de los Beatles, el primero que les proporcionó LSD.


Aunque de todas formas, la droga sea un mal innegable a la sociedad, desde el punto de vista físico o desde la misma mirada conservadora-moralista (e incluso en ciertos casos hacia la misma música, en casos de creaciones horrorosas y decadentes hechas para y por las drogas), y aunque la misma droga nos haya quitado músicos extraordinarios, no podemos dejar de agradecer su excelso efecto sobre estos músicos y sus mentes, por habernos dejado obras musicales de gran calidad, y en algunos casos incluso perdonado la vida de sus autores.

Por cierto, los festivales de Woodstock tampoco se conciben de forma lúcida. Le debemos a las drogas aquel legendario primer Woodstock y sus réplicas.

La gente quiere drogas (¿o la droga quiere gentes?)






Por JuanPablo Cáceres




En qué momento pasamos de ser consumidores, a volvernos dependientes. Es la respuesta que tal vez muchos desearían conocer. Pero más allá de la dependencia sicológica, que afecta del mismo modo a las drogas, al deporte, a escuchar esa canción que nos gusta o a comer un rico plato de comida, llega un momento en que el cuerpo se acostumbra de tal manera a cierto producto que lo exige como propio.


Es paradójico, sin embargo, que las drogas más propensas a generar dependencia corporal son, según los estudios, las legalizadas en la sociedad. El tabaco y el alcohol se ubican en lo alto del ranking de drogas adictivas y drogas muy acusadas tales como la cannabis o el LSD tienen grados de adicción muy inferiores a otras sustancias, tal vez impensadas, como la cafeína o la teína. Sabemos las implicancias económicas que envuelven la producción y distribución de drogas lícitas tales como el tabaco y el acohol, y los conflictos económicos involucrados en una posible legalización regulada de la marihuana o de la licitación controlada, a modo de controlar sobredosis, de otras drogas clasificadas como “duras”.


Por eso no nos llama de sobre manera la atención los resultados arrojados por un estudio realizado por un investigador estadounidense, en el que rankea las distintas drogas según sus niveles de adicción.
John Hastings toma en cuenta dos factores que considera primordiales a la hora de determinar los niveles adictivos de distintas sustancias: el tiempo que tarda en producir el efecto deseado y la frecuencia de administración de las dosis según los resultados esperados.
La siguiente lista clasifica varias drogas en una escala de 0 a 100, según los distintos niveles de dependencia arrojados.


100 Nicotina
99
Cristales (Meta-anfetamina fumada)

98
Crack

93
Crystal inyectado (Meta-anfetamina inyectada)
85 Valium (Diazepán)
83
Metacualona

82
Seconal (Secobarbital)
81 Alcohol
80
Heroína

78
Anfetamina esnifada

72
Cocaína

68
Cafeína
57 PCP (Penciclidina)
21 Marihuana
20
Éxtasis (MDMA)

18
Psilocibina (hongos)

18
LSD

18
Mescalina

Si pensabas que sería la marihuana o la cocaína la que encabezarían la lista, y te sorprendiste de ver al tabaco punteando y a la cafeína por sobre varios psicotrópicos, entonces tal vez deberías apagar temporalmente la tele y dejar de disfrutar la excitantes prédicas del canal cristiano. Si, en cambio, no te sorprendió el resultado de la lista y te alegras del lugar que ocupa tu droga favorita, pues, ¡bien por ti!.

“Después de cada quimio me fumaba uno…”





Por Pepa Ortega



María Cristina Ortega Huerta es una mujer de 53 años, casada, tuvo dos hijos y actualmente ejerce su labor de abuela con Paz, su nieta de 5 años. Es una persona que siempre sonríe, jovial, activa, una buena madre y abuela, querida por sus vecinos y por sobre todo una mujer con muchas ganas de vivir.

Hace diez años su vida cambió de forma abrupta: una llamada de Carabineros, un 18 de febrero de 1998, derrumbó a toda su familia y en especial a ella. Su hijo menor (21 años), Claudio Guede Ortega, había fallecido en un accidente mientras conducía su moto. A pesar de todo el apoyo que recibió de su familia y psicólogos, jamás fue capaz de reponerse de la pérdida de Claudio. Tres años después, en un control médico rutinario le detectaron pequeñas masas en su pecho izquierdo y luego de eso los exámenes fueron claros, cáncer de mamas.
María Cristina dice que su cáncer fue producto de la pena que nunca fue capaz de superar y, por lo mismo, siente que su hijo Claudio la acompaña siempre, porque se siente culpable por la enfermedad de su madre.







AtentaMente - Cristina, ¿qué pensó en ese momento, cuando el médico le da el diagnóstico?

Cristina - Fue como en cámara lenta, todo se hizo confuso. Juan, mi marido estaba conmigo en ese momento, lo miré y vi que estaba llorando, no entendía por qué lloraba él si era yo la que estaba enferma, era yo la que debía luchar contra esto, era yo la que pensaba en mi hijo en ese momento, sentía que estaba más cerca de él. Fue un momento tan extraño, sentí que todo estaba dispuesto en mi contra.

A.M - ¿Cómo comenzó el tratamiento?

C - A la semana me sometieron a una serie de exámenes, para corroborar la posición de los tumores y comenzamos altiro con la quimioterapia. El tratamiento era espantoso, cada inyección de la quimio, significaban días en cama vomitando, con dolor de cabeza, horrible. Pasaron varios meses con este tratamiento y la verdad es que yo ya no daba más, eran tantos los malestares después de la inyección que un día le dije a mi oncóloga: “ya no doy más, acabemos con esto o háganme algo fuerte de una vez”, fue ahí cuando la doctora me habló sobre la marihuana y los beneficios que habían sentido otros pacientes. Yo me horroricé (risas).

A.M - ¿Qué pensó cuándo la doctora le comentó sobre la marihuana?

C - Mira, al principio fue como ¿qué le pasa a esta señora?, está más loca que yo (ríe) y me dijo que estaba hablando muy en serio, que es un tratamiento que no me iba a sanar del cáncer, si no que me iba a ayudar a sentirme mejor mientras recibía la quimio. Y lo primero que le dije fue “pero, ¿cómo voy a conseguir marihuana?, yo no me quiero meter en problemas, además era de común saber el daño de la marihuana, las campañas en su contra, yo de verdad no lo veía para nada bien y se lo dije a la doctora. A la siguiente consulta, la misma doctora me tenía un pito, me dijo que lo intentara, que de verdad me iba a sentir mejor y yo le dije, “bueno, lo voy a probar pero no aquí”. Así me vine a la casa, hablé con mi marido y la verdad a él no le pareció una buena idea, pero lo dejó a mi criterio. Pucha yo igual dije, ya que me hará, si ya no se puede estar más mal. Así que empecé a fumarme el famoso pito, pasó un rato y yo me sentía igual, nada raro, hasta que me dio sueño y me quedé dormida. Esa fue mi gran experiencia con la marihuana.

A.M - ¿Así nada más?

C - Sí, así de fome (ríe), pero luego después de cada quimio, me fumaba uno y de verdad que ayudaba mucho a no sentir esa fatiga y malestar de este maldito tratamiento.

A.M - ¿Lo recomendaría?

C - De todas maneras. Mira yo fumé hace unos años y no me hice adicta ni nada por el estilo, mejoró mi calidad de vida en ese momento, los malestares eran cada vez menores, de verdad me ayudó mucho y lo recomiendo a ojos cerrados.

Actualmente María Cristina, vive con un pecho menos y aquejada de un cáncer óseo que la mantiene postrada en su casa, pero esa vitalidad que no la abandona; es realmente, una inspiración para otras personas.